Historia
El primer documento que menciona a Parada de Rubiales entre sus páginas es del 17 de enero de 1268 aunque, probablemente, sus orígenes se remonten a finales del siglo XI, principios del XII, o quizá antes.
Puede que a Parada llegaran celtas, griegos y romanos. Así, una de las calzadas romanas que enlaza Mérida con Zaragoza, pasa por: Salamanca – Arcillo (actualmente un despoblado) – Arcediano – Aldeanueva y Parada de Rubiales (por la «Cañada Vieja.») Estos caminos, que muchas veces sirvieron para hermanar a los pueblos y a sus gentes, también fueron, en otras ocasiones, campos de batalla de muchas guerras.
En el año 712 los musulmanes se apoderan de Salamanca interrumpiendo la colonización de los Campos del Duero y dejando extensas zonas despobladas que pasan a conocerse con el nombre de Desierto de los Campos Góticos.
Cuando Alfonso VI, por mandato del rey Raimundo de Borgoña, inicia la repoblación definitiva de Salamanca, se fundan pequeños pueblos que están bajo la tutela de un señor, un noble, u otro líder o jefe.
Rubiales, se asienta junto a la Cañada y el monte de Rubiales; y, Parada, junto al arroyo de Perales y la Cañada Vieja.
A Parada, probablemente se le bautizó así, porque era lugar de descanso de personas y ganado. Quizá comerciantes que iban de Medina del Campo a Ledesma, gente sencilla o personajes ilustres como Felipe V, se detuvieron aquí.
En el caso de Rubiales, podemos comprobar que en Galicia existe un pueblo que lleva el mismo nombre y, como algunos de sus primeros pobladores eran de esta zona. Cuando este pueblo desaparece, allá por el siglo XVI, su término se anexiona al de Parada.
Parada fue durante muchos años Parada la de Rubiales, la que estaba al lado de Rubiales, hasta que este pueblo dejó de existir.
Probablemente, en la construcción de algunos de sus edificios, se emplearan piedras traídas del despoblado de Rubiales. También de su iglesia proceden algunos ornamentos y el Cristo.
Uno de nuestros bienes más preciados es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Se trata de un templo, de cruz latina y una sola nave, formado por tres partes bien diferenciadas:
- La más antigua, de estilo románico-mudéjar, tiene arcos de ladrillo y techo de madera, seguramente anteriores al siglo XV. Se alarga hasta el arco de piedra de medio punto, que se construyó en 1.675 como soporte de la cúpula. Las paredes son de mampostería, con cantos rodados a la vista y pequeños aleros de ladrillo. La puerta original de acceso, ya en desuso, está orientada al mediodía con las señales de un antiguo pórtico sobre ella.
- La torre, de piedra de cantería y planta rectangular, con 6 huecos para otras tantas campanas, consta de tres cuerpos separados por cornisas, y es un añadido del año 1.575 que sustituyó a la vieja espadaña original, conservando todavía los restos de un reloj de sol apenas visible en su cara sur.
- La tercera parte y la más importante, la constituye la ampliación que se hizo entre los años 1.675 y 1.681, de estilo barroco, bóveda de cañón y arquería de ladrillo. Incluye el crucero, el ábside y la cúpula.
La piedra de cantería con la que se construyó se trajo desde Armenteros, un despoblado perteneciente a La Vellés, desmontando piedra a piedra su vieja ermita. Una segunda remesa de piedras, para los cimientos, se trajo desde Val de Socollera (en Parada), y una tercera, desde las canteras de Cabezabellosa. Los canteros se contrataron en Villamayor.
Los planes iniciales de obra para nuestra iglesia eran más ambiciosos que el resultado final. Como puede observarse, en el exterior de ambos cruceros las piedras salientes denotan una obra inacabada.
En 1.596, se cierra la iglesia de Rubiales y se traen a la de Parada el Santo Cristo de Rubiales, imagen del siglo XV que vemos en la nave del evangelio, los ornamentos y algunas otras imágenes, hoy desaparecidas.
También es del S-XVI la imagen de Nuestra Señora del Rosario, situada en la nave de la epístola.
El aspecto que hoy muestra nuestra iglesia es fruto de la restauración efectuada en los años 80, en los que se eliminaron el yeso que cubría las paredes del presbiterio y los cruceros, dos altares laterales y los escudos del obispado de los ángulos de la cúpula.
«Extracto de los apuntes sobre la Iglesia de Parada de Rubiales», de Valentín Martín del Brío.
Las escasas viñas, que hoy día dan una nota de color en el paisaje de Parada de Rubiales, y las numerosas bodegas, que minan el pueblo y sus alrededores, son tan sólo un pálido reflejo de su historia.
En realidad, los viñedos de Parada tienen su inicio con el nacimiento del pueblo, a finales del siglo XI, comienzos del XII.
Alfonso VI encomienda al Conde D. Raimundo de Borgoña la repoblación de Salamanca y, en esta misiva, le acompañan artesanos, comerciantes y monjes cistercienses. Estos monjes francos introducen en el Valle del Duero el cultivo de la vid.
Los fueros viejos de Salamanca del siglo XII, ya dictan las normas para el cultivo de la vid y marcan las de la vendimia.
A lo largo de los siglos XII, XIII y XIV, prácticamente todos los pueblos de La Armuña ven reflejados en documentos el cultivo de la vid y la producción del vino.
Nuestro pueblo, Parada, entra de lleno en la historia del vino en dos documentos del siglo XV:
- El primero, de 1447, cuando se hace el deslinde con La Orbada por el monte y su zona de viñedos.
- El segundo, en 1480, cuando el Cabildo de la Catedral de Salamanca ordena la relación de propiedades en La Orbada, y se hace referencia a los numerosos viñedos en los límites de los dos pueblos.
Sin embargo, no será hasta el siglo XVI, cuando se comienzan a tener datos concretos de la producción de vino en Parada.
En el período entre 1579 y 1585, cuando en Parada hay 54 vecinos y en Rubiales 10, cosechan 13.000 litros de vino.
En el período entre 1588 y 1592, siendo en Parada 37 vecinos, y ya despoblado Rubiales, la mayor producción es en el año 1590, con 44.160 litros, y cae a la mitad el año siguiente con 24.000 l.
Durante estos últimos años, Parada sufre los peores momentos de su historia con la pérdida de 1.400 huebras, de las que se apoderan los Almarza de manera abusiva.
Sin embargo, este contratiempo hace que el pueblo se lance a la plantación de viñedos en las tierras que quedan aún libres en Rubiales, a pesar de que estas tierras pertenezcan a la Iglesia, y a los herederos que residen en Salamanca y otros lugares.
En 1622, la Iglesia le ofrece en censo al pueblo la posibilidad de plantar viñas en sus 1.030 huebras de propiedad. Durante el siglo XVII, comienza el verdadero despegue en la producción de vino, que culminará en 1713.
En 1665, los principales suministradores de vino a Salamanca son Fuentesaúco, Fuentelapeña, Venialbo, Cañizal y Parada, una mínima cantidad.
En 1696, los principales suministradores son Villarino, Pereña, Fuentelapeña y Parada, por encima ya, de Cañizal.
En 1713, Parada, con 357.500 l., es la principal suministradora, por encima de pueblos como Cantalpino y Cañizal.
En 1752, Parada tiene plantadas 70 has. de viñas y Rubiales 700 has., y hay 74 bodegas censadas.
En 1887, Parada produce 32.347 cántaros de vino (517.552 litros.) A partir de estos años comienza la decadencia del viñedo.
En 1954 solamente se producen 835.647 l. Los causantes de este cambio de tendencia son: la filoxera y el Servicio Nacional del trigo.
En el Ayuntamiento de Parada de Rubiales, existe un Mapa de la provincia de Salamanca de 1783.
En él, podemos observar la ubicación del antiguo pueblo de Rubiales.
Otras cuestiones curiosas que encontramos, es como Piedrahíta, y la Sierra de Gredos, pertenecían a la provincia de Salamanca, o que Toro, aparece como la «Provincia de Toro,» no perteneciendo a la de Zamora.
Parada de Rubiales fue el primer municipio español que recibió la medalla al mérito de la Seguridad Vial, como reconocimiento a la colaboración y solidaridad ciudadana mostrada en los momentos difíciles.
Fue concedida por su comportamiento ejemplar en el accidente ocurrido el 29 de diciembre de 1985, en el que perdieron la vida cuatro monjas y otras cinco resultaron gravemente heridas.
La medalla iba a otorgarse a las cinco personas que más se distinguieron, las cuales, propusieron a la Dirección General de Tráfico, que el reconocimiento fuera colectivo.
El acto de entrega, celebrado el día 14 de julio de 1986, contó con la presencia del Gobernador Civil de Salamanca, el Director Provincial de Tráfico, la Corporación Municipal en pleno, el Director Provincial de MOPU, así como con todos los vecinos de la localidad. Además, estuvieron presentes dos de las tres monjas supervivientes que se mostraron muy emocionadas y llenas de agradecimiento, a la vez que daban su enhorabuena al pueblo por la labor de ayuda y rescate realizada en aquel invierno.
La medalla se encuentra colgada en el salón de plenos del Ayuntamiento.
Al mirar una fotografía antigua, son muchos los sentimientos que nos invaden: nostalgia, alegría, tristeza… recuerdos de otros tiempos pasados.
Estas imágenes nos hablan y llaman a la gente a revivir muchos momentos de sus vidas… Entorno a ellas, se forman conversaciones, encuentros y buenos ratos.
Queremos que estas fotografías, que siempre gusta volver a mirar, vean la luz y puedan ser compartidas con todos. Diferentes escenas de nuestro y pueblo y sus gentes.